La mayoría de los ciudadanos desconocen lo que en verdad representa otorgar un poder de abogado “Power of attorney” a otra persona, y las implicaciones y consecuencias que pueden derivarse de dicha acción.
Es conveniente comenzar diciendo que un poder de abogado autoriza, a quien lo tiene, a ejecutar cualquier acción que estime conveniente sobre la persona o los bienes de aquel que lo otorga.
En ocasiones he sabido de ancianos que confían su patrimonio a terceros, confiando en que los mismos van a actuar de la misma forma que ellos actuarían, en una situación determinada. En la mayoría de las ocasiones esto se produce porque la persona se considera insegura, cansada y quiere delegar toda responsabilidad a tomar por temor a equivocarse; pero mi consejo es que mientras se tenga un rayo de lucidez, aquel que trabajó, se esforzó y logró crear un patrimonio debe controlarlo; aunque cometa errores en su desempeño.
De nada vale que alguien (sea un profesional, el representante de una institución, una amistad cercana o el más confiable de todos sus familiares), parezca ser una buena persona colmada de buenas intenciones y, para aliviarle la vida, acepte manejarle cualquier negocio, operación financiera o fondo bancario. En cuanto tenga que decidir sobre cualquier tema que afecte su patrimonio, el mismo decidirá como mejor le parezca, no como usted lo hubiese deseado, pues es otra mente y no la suya la que está decidiendo por usted, con lo suyo.
Más corrosivo que el ácido sulfúrico o el ácido nítrico es el dinero, el cual conduce al poder. El dinero tiene la capacidad de corroer el alma, la vergüenza, la lealtad y todo buen sentimiento que acune en su seno un ser humano. Por dinero se han realizado las peores bajezas que puedan ser cometidas por seres humanos. Por dinero se ha matado, se ha robado y hasta se ha traiciona a familiares cercanos. Entonces, si sabemos eso, ¿por qué vamos a tentar al diablo?
Conozco casos de ancianos que han otorgado un poder de abogado a hijos, nietos y otros familiares cercanos, con el fin de que diesen buen empleo de sus bienes y le mantuviesen acompañado, confortable y lejos de preocupaciones, hasta el fin de sus días; y han ido a parar a asilos para ancianos mientras sus bienes eran dilapidados y ellos vivían sus últimos días entre extraños, solo esperando la muerte. Uno de esos casos fue el de un señor que me dijo, en el portal de un asilo para ancianos: “Si hubiese sabido esto me hubiese dedicado a la cría de cerdos; porque al menos los cerdos agradecen la comida que se les echa, y a la larga dan carne y manteca.”
Si usted está considerando otorgar un poder de abogado jamás lo haga sin antes consultar un abogado. El mismo sabrá recomendarle lo que mejor le convenga a usted, y quizás hasta le sugiera la asesoría de un financista para que auxilie temporalmente. Evite errores que puedan amargarle el fin de su existencia.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/
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