Valencia ha crecido en los últimos 25 años de manera desigual. La política urbanística del Gobierno local, que ha girado en torno a los grandes eventos, ha beneficiado a la élite económica local y al capital financiero y ha creado más desigualdad y precariedad social, defendió este miércoles Josepa Cucó, catedrática de Antropología Social, en el espacio Claustre Obert, que organiza la Universitat de València con la colaboración de EL PAÍS.
Cucó presentó en La Nau La ciudad pervertida. Una mirada sobre la Valencia global, libro colectivo que ha dirigido y que cuenta con las colaboraciones de Pedro García Pilán, Gil-Manuel Hernàndez i Martí, Albert Moncusí Ferré, Miguel A. Ruiz Torres, Beatriz Santamarina Campos, Francisco Torres Pérez y Teresa Yeves Bou.
"Valencia ha recibido las influencias del urbanismo neoliberal, como en otros lugares, pero que aquí se impulsaron con megaproyectos y megaeventos, en los que los gobiernos local y autonómico han jugado un papel central", defendió la antropóloga.
La capital sobresale, apuntó Cucó, por la ausencia de un doble plus añadido [que sí se encuentra en las transformaciones de otras ciudades españolas como Barcelona o Bilbao]: una visión más social del urbanismo neoliberal que ha imperado en las últimas décadas, y más interés público sobre los barrios desfavorecidos. También arrastra un déficit de participación ciudadana, agregó.
El libro destaca además los factores locales y globales que han producido un efecto corruptor sobre la ciudad, su trama urbana y sobre la calidad de vida de sus gentes. "Es más, lo que evidencia es que desde el Gobierno local se ha aplicado un método urbanístico contrario a la revaloración social de la ciudad y de su espacio público, que deja indefensos sus paisajes y las identidades colectivas que lo acompañan", agregó Cucó.
"Hemos encontrado que esta praxis urbana se ha acompañado de una narrativa y unas imágenes de ensueño que han deslumbrado a la población, provocando dinámicas de adormecimiento pero también de algunas resistencias", concluyó.
Tras la presentación de esta obra coral, el vicerrector de Cultura, Antonio Ariño, abrió un debate sobre la política urbanística de las dos últimas décadas al que se sumaron el concejal delegado de Urbanismo de Valencia, Alfonso Novo, y los portavoces de los tres grupos de la oposición municipal: Joan Calabuig (PSPV), Joan Ribó (Compromís) y Amadeu Sanchis (EU).
Sanchis (EU) consideró un fracaso la promoción de grandes eventos por la que apostó el Gobierno local del PP. "Desde 2011 se ha comprobado que no han tenido el impacto positivo que se vendió", denunció el edil, quien criticó que esta política ha reducido a los vecinos de Valencia a meros espectadores, cuando no víctimas. El portavoz de EU se refirió a acontecimientos como la F-1, la Copa del América o la visita del Papa en 2006.
Ribó (Compromís) defendió que el Gobierno local ha desaprovechado la oportunidad de desarrollar una "justicia urbanística" entre los barrios de Valencia y recordó cómo la urgencia del PP por derribar las alquerías en la pedanía de La Punta (básicamente, huerta) ha alumbrado una Zona de Actuaciones Logísticas (ZAL) que está ahora vacía."No hemos sabido integrar demasiado en la ciudad los grandes eventos", agregó.
Calabuig (PSPV) brindó una visión crítica del urbanismo de los últimos años pero también defendió que la ciudad "tiene inmensas posibilidades si se cambia el rumbo político". "El resto en la capital es la reactivación económica y la creación de empleo", apuntó el edil socialista, que recordó los 94.000 parados que, según la EPA, existen en el cap i casal.Calabuig incidió en la descompensación urbanística y social de los espacios más periféricos de la ciudad y puso el caso de El Cabanyal como ejemplo. Contrapuso las infraestructuras promovidas por el ayuntamiento socialista de Valencia (Paseo Marítimo, Palau de la Música o el Museo de la Ciencia) con los grandes eventos efímeros del PP.
El responsable del Urbanismo de la ciudad, Alfonso Novo, se refirió al libro: "Es respetable, pero no deja de ser una opinión". Novo rechazó que existan las dualidades a las que se refirieron los grupos de la oposición y se defendió de las críticas: "Valencia no es la única ciudad que tiene paro, donde los comercios cierran y donde la Casa de la Caridad reparte miles de raciones de comida".
El concejal defendió el plan del Cabanyal, del que dijo que la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez solo representa de un 3 a un 4% del proyecto urbanístico aprobado por el Consistorio. "Seguramente tendrá alguna modificación para llevarse adelante", confirmó el concejal. Éste se apuntó además la solución del solar de Jesuitas, "que no creamos nosotros [dijo señalando a los socialistas]".
Fuente:ccaa.elpais.com/
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