La
situación de los Mapuches en Chile se asemeja a la de la mayoría de los pueblos
originarios de América: exclusión, expropiación de tierras, desigualdad
económica, problemas sanitarios y una fuerte degradación de su cultura. En este
contexto nació el proyecto Ruca de casas sustentables llevado a cabo por Undurraga Devés Arquitectos con la ayuda de organizaciones
estatales y solidarias del país.
Se trata de un conjunto de 25 viviendas sociales para una
comunidad Mapuche en Huechuraba, una localidad al norte de la ciudad de
Santiago. La iniciativa forma parte de un conjunto mayor compuesto por 415
viviendas sociales tradicionales. Estas se enmarcan dentro de la política
habitacional del Fondo Solidario de Vivienda impulsado por el Ministerio de
Vivienda y Urbanismo con la colaboración del municipio local y la organización
privada de gestión social Un techo para Chile. Además, en el caso específico de
las viviendas mapuches, se contó con la cooperación de la Corporación Nacional
de Desarrollo Indígena.
Aunque muchos gobiernos han decidido ignorarlo, la convivencia de
las minorías étnicas dentro de la sociedad occidental no es un problema menor.
Mientras para una parte de ellos adaptarse al mundo moderno significa abandonar
por completo sus creencias ancestrales, vivir por fuera de él es sinónimo de
condiciones de vida deplorables. Y aunque este proyecto ha sido tildado por sus
detractores como “una forma alejarlos de las tierras que les pertenecen”, para
muchos constituye una manera de incluirlos sin menoscabar su cultura.
Si
bien están daptadas a las exigencias técnicas de habitabilidad del mencionado
ministerio, las viviendas siguen las formas de las tradicionales rucas, la construcción más importante dentro de la
arquitectura mapuche, consistente en ligeras estructuras transitorias
hechas con ramas, paja y troncos, y pensadas para volver a integrarse a la
naturaleza con el tiempo. Además, para respetar la ancestral unión de los
mapuches con el entorno, fueron emplazadas próximas a un cerro y su disposición
conserva parte de los valores y tradiciones mapuches.
En primer
lugar, las casas están agrupadas en línea recta sobre una cota horizontal de
forma que la fachada mire al oriente, con el objetivo de respetar la tradición
de abrir la puerta principal hacia el sol naciente. La construcción, en la que
participaron los propios miembros de la comunidad, fue lograda usando ladrillo
y hormigón armado, y con una diagonal de pino incrustrada que la protege en
caso de sismos. Sin embargo, las ventanas están cubiertas de varas de coligüe,
ubicadas con una leve separación entre ellas, lo que permite la correcta
ventilación de la morada y el paso de la luz tenue al interior -similar a la penumbra
de las originales rukas.
Las casas
cuentan con 61 metros cuadrados divididos en dos
plantas. En la parte baja se ubica la zona de estar y la cocina y en la planta
alta dos dormitorios y el baño. La cocina es de gran tamaño, lo cual responde a
la importancia que tiene ese espacio en la tradición mapuche. A pesar de la
uniformidad de los recintos, el interior se entregó como una gruesa habitable,
permitiendo a cada familia hacer las terminaciones según sus medios y su gusto.
Además, entre las viviendas y el cerro se dispuso de un espacio común destinado
a fiestas y rituales de la comunidad.
Fuente:adn.tudiscovery.com
0 comentarios:
Publicar un comentario