viernes, 15 de noviembre de 2013

Destino arquitectura


Un edificio icónico por cada año de ‘El Viajero’. La escuela que ha cambiado la vida de un pueblo en Áfricano el auditorio de Cartagena. 15 lugares que merecen el viaje.

Los vidrios sujetos a una trama en diamante de la biblioteca de Seattle, proyectada por el holandés Rem Koolhaas. /JAMES LEYNSE
Un viaje por el mundo y el tiempo permite no solo regresar lmomento en que se inauguraron algunas de las obras más importantes de los últimos 15 años, también sirve para examinar la evolución de la arquitectura. En este tiempo, el arte y la arquitectura se han ido acercando hasta confundirse; las grandes estrellas han cedido —involuntariamente— espacio a autorías anónimas, colectivas o menos conocidas, y finalmente otro tipo de arquitectos, preocupados por llegar a más gente, se ha ido haciendo con el reconocimiento de su disciplina. Esa mezcla de monumentos, sentido común, arte y comercio permite aventurar para los próximos años una arquitectura con más ganas de ayudar que de impresionar, más culta y menos efectista, más reflexiva, pero no menos arriesgada.
Cúpula del Reichstag, en Berlín, proyectada por Norman Foster. / GETTY
1999. Reichstag de Berlín

Norman Foster

Tras un siglo de drásticos cambios y después de sobrevivir a un incendio, a la invasión del ejército soviético y a la división de Alemania, en abril de 1999 el Parlamento se reunió de nuevo en Berlín bajo la polémica cúpula de vidrio ideada por Norman Foster, al que Calatrava acusó de plagio. Esa protuberancia se convirtió, casi de inmediato, en el nuevo símbolo de una ciudad reconstruida que, sin embargo, no quería ser nueva. Junto a la huella del antiguo muro y cerca de la simbólica Puerta de Brandeburgo, hoy la cúpula sobre el salón de plenos y con vistas a la ciudad se puede visitar.
2000. Ayuntamiento de Utrecht

Enric Miralles y B. Tagliabue

El año 2000 murió Enric Miralles, posiblemente el proyectista español con más genio desde Gaudí. Este fue su último edificio, aunque muchos de sus proyectos, como el Parlamento escocés, serían póstumos. En Utrecht (Holanda) puede verse a Miralles trabajando con lo que más le gustaba: las capas que revelan la historia de los edificios y los desconchados que con el paso del tiempo decoran. Su manera poco cartesiana de sumar volúmenes trataba de cuidar a la vez a los usuarios del Ayuntamiento —llevándoles luz u ofreciéndoles vistas— y a los peatones. Pasear por una ciudad en la que los edificios son capaces de ofrecer varias caras rompe la monótona rutina y convierte un lugar en un pozo sin fondo. En Utrecht puede visitarse también la Casa Schroeder, una singular vivienda neoplasticista de Gerrit Rietveld.
2001. Escuela en Burkina Faso

Diébédo Francis Kéré

Nadie en Gando, el pueblo de Kéré, tenía estudios superiores. Él pudo estudiar por ser el primogénito del jefe. Por eso cuando se hizo arquitecto en Berlín regresó con donaciones para que sus 3.000 habitantes ayudaran a levantar esta escuela. Los niños movieron piedras, las mujeres llevaron agua y entre todos fabricaron los bloques de arcilla que aíslan un colegio coronado por un gran voladizo. El proyecto ganó el Premio Aga Khan. Hoy Kéré ha ampliado la escuela, construido una biblioteca, varios proyectos en Malí y da clases en la Universidad de Harvard.
2002. Catedral de Los Ángeles

Rafael Moneo

Eran las ciudades, no los arquitectos, las que se consagraban con la construcción de una catedral. La de Los Ángeles consagró, sin embargo, al único Pritzker español con un edificio que busca más ser eterno que moderno. La idea de lo espiritual y la entrega de un creador no creyente está presente en la luz cambiante, en los detalles y en la relación entre el templo y una ciudad poco humana. Fue significativo que el proyecto de Moneo venciera en el concurso al de Frank Gehry, vecino de la ciudad.
Estadio de Braga (Portugal) proyectado por Souto de Moura. / GETTY
2003. Estadio de Braga

Eduardo Souto de Moura

El padre de Souto veía los partidos desde fuera del viejo estadio. Insertando el estadio en el paisaje abrupto de una antigua cantera, el arquitecto no solo arraigó, y camufló, la invasión de un gran volumen, también logró una grada popular, en lo alto de la colina, para los que, como su padre, no pueden pagarse una entrada. La arquitectura del espectáculo se deja penetrar por la realidad en este trabajo del portugués.
2004. Biblioteca de Seattle

OMA

La modernidad arquitectónica aportó flexibilidad a los grandes edificios, pero les restó carácter. Esta biblioteca trata de solucionar esa pérdida convirtiéndose en icono urbano (en su relación con la ciudad) y en espacio público (en su relación con el usuario). Con aparcamiento en el sótano, jardines interiores, cafetería y una terraza mirador distribuidos en cinco plantas forradas con vidrios sujetos a una trama en diamante, Rem Koolhaas quiso reinventar el acceso a la información y el rol social de las bibliotecas.
Monumento a los judíos de Europa asesinados, en Berlín, obra de Peter Eisenman. / GETTY
2005. Monumento en Berlín

Peter Eisenman

Delante del Parlamento, el monumento a los judíos de Europa asesinados es una manzana urbana sin construir, a la vez que un recuerdo y un aviso contra el olvido. Eisenman ideó una intervención abstracta: 2.711 bloques de hormigón que remiten a lápidas o a muros y construyen una retícula de calles estrechas en las que uno se pierde porque la topografía del suelo no es llana. Algunos visitantes sienten encierro, dolor y soledad, mientras los niños juegan a perderse en el laberinto. En el borde de sus 19.000 metros cuadrados, los bloques son bajos, la gente se sienta en ellos y crece algún árbol. Como en los recuerdos, el límite entre la realidad y la memoria se va mezclando con el tiempo.
La T4 de Barajas (Madrid). / ULY MARTÍN
2006. T4 de Barajas

Estudio Lamela y R. Rogers

Este edificio descomunal con vistas a los aviones y luz natural simbolizó el despegue de una ciudad (Madrid) y de un país (España) en un tiempo en el que la construcción de aeródromos innecesarios contribuyeron a su ruina. La T4 es una lección de diseño cuidado y sostenible, y a la vez, un puente con América Latina que permite disfrutar de la arquitectura desde el minuto cero de muchos viajes.
2007. New Museum, Nueva York

SANAA

Una década después del espectacular Guggenheim de Bilbao, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa defendieron el museo introvertido, no como un búnker, sino como un cúmulo de sutilezas. Convertido en reclamo nocturno, su edificio al sur de Manhattan, entre Chinatown y Little Italy, se relaciona con la ciudad a partir de la luz y las vistas que se cuelan por los lucernarios que dejan libres sus plantas, apiladas como cajas.
Estadio olímpico de Pekín, conocido como “el nido de pájaro”, de los suizos Herzog & De Meuron. /GETTY
2008. Estadio de Pekín

Herzog & De Meuron

Ningún edificio deshace mejor la separación entre el arte y la arquitectura. La colaboración con el artista chino Ai Wei Wei permitió a los arquitectos suizos tejer la malla estructural que envuelve el estadio evocando un inmenso nido. Así fue bautizado por los pequineses y tras los Juegos Olímpicos de 2008 se ha convertido en icono urbano.
2009. Centro de interpretación en Mapungubwe (Sudáfrica)

Peter Rich

La mano de obra local está presente en las 200.000 piezas cerámicas que forran el interior de las cúpulas, cuyos montículos emulan las formaciones arenosas de Mapungubwe, un pueblo patrimonio de la humanidad. En 30 años como profesor, Peter Rich ha liderado una campaña para salvar la arquitectura popular sudafricana. Su centro para visitar la zona fue elegido el mejor edificio de 2009 por el World Architecture Forum.
2010. Comunas de Medellín

Gian Carlo Mazzanti y otros

La Bienal Iberoamericana de 2010 llevó a arquitectos de todo el mundo a visitar una recuperación urbana hecha a mano en el barrio de Santo Domingo. La espontaneidad define la periferia de Medellín, donde se ha visto que la autoconstrucción dirigida por arquitectos puede mejorar la vida de quien tiene poco y cuánto puede aprender la ciudad formal —la nuestra— de esas formaciones que se van dibujando con la acción ciudadana. El metrocable lleva a la Biblioteca España de Gian Carlo Mazzanti, el icono del barrio, pero la visita está en las calles.
Beekman Tower, de Frank Gehry, en Manhattan (Nueva York). / GETTY
2011. Beekman Tower

Frank Gehry

Tras más de una década de proyectos que recordaban al Guggenheim de Bilbao, un Frank Gehry octogenario firmó en el sur de Manhattan este rascacielos de 76 plantas con apartamentos, una escuela y hasta un hospital. Las curvas de la estructura de hormigón armado de la torre rompen con la imagen de los rascacielos fríos con fachada de vidrio y acercan esta tipología al diseño orgánico y plástico del famoso arquitecto. Nuevo símbolo en la línea del horizonte neoyorquina, la torre inaugura una etapa de rascacielos de autor.
2012. Auditorio de Cartagena

Selgascano 

Auditorio de Cartagena (Murcia) proyectado por los madrileños Selgascano. / GETTY
Pocos edificios señalan con tanta claridad y tan poco ruido el paso al siglo XXI en la arquitectura. No es solo el cambio de materiales lo que habla en este buque varado con fachada de metacrilato, es la combinación entre industria y naturaleza la que desordena el contacto con el mar y el hecho fundamental de que el espectáculo está no en el rostro, sino en el interior del edificio. La gran arquitectura de este palacio de congresos de Cartagena hay que visitarla. No puede resumirse en una postal.
2013. Puerto de Marsella

Michel Desvignes

La arquitectura con que se cierra este viaje en el tiempo y el espacio no se ve. Ese es su mejor legado. Como parte de la capitalidad cultural europea de 2013, Marsella ha expulsado los coches de su vieux port conquistando una de las mayores plazas de Europa. El paisajista Michel Desvignes defiende una arquitectura hecha a mano (con adoquines) y para siempre. En este espacio abierto se pierde la pérgola high tech de Norman Foster, que ofrece techo y sombra en un rincón y que cierra, como un bucle preciso, el viaje por 15 años de arquitectura que hay que ver.

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