En Bélgica desarrollaron el primer tren que funciona con luz solar y ya construyen otro que se moverá con energía eólica.
Hace un par de años, Solar Power Systems (SPS), una firma especializada en el suministro residencial de paneles solares en Bélgica, y Enfinity, una financiadora importante en el mercado de centrales fotovoltaicas, se unieron para llevar acabo el ambicioso plan de alimentar una línea ferroviaria de alta velocidad con energía producida por el sol.
El túnel que recorre el tren, que une la ciudad belga de Amberes con la holandesa de Ámsterdam, fue equipado con una carpeta de 16,000 paneles solares en el techo, a lo largo de 40 kilómetros. Esa cantidad de dispositivos fotovoltaicos cubren una superficie equivalente a ocho campos de futbol (50,000 metros cuadrados).
"Es el primero que consume la electricidad fotovoltaica que se capta y genera en el mismo lugar", precisa Jurgen Van Damme, vocero de Enfinity.
Los paneles son capaces de producir en un año 3,300 megavatios por hora. La energía es almacenada en una central Enfinity para después ser distribuida a través de dos redes: una alimenta los sistemas de señalización e iluminación y las estaciones de calefacción, y la segunda puede abastecer anualmente unos 4,000 trenes de alta velocidad o convencionales que viajan por el túnel, lo que corresponde a un día entero de servicio.
El proyecto, que entró en operación en junio de 2011, alcanzó una inversión total de 18 millones de dólares con un tiempo de construcción de nueve meses.
Uno de los retos que debe sortear la línea solar es el clima en Bélgica, ya que solo 35% de los días del año son soleados, de acuerdo con los datos de la Universidad Católica de Lovaina, y el resto son nublados y lluviosos. Por lo mismo, el tiempo de funcionamiento de la central solar ocurre entre las ocho o nueve de la mañana y las cinco de la tarde. Al agotarse la producción de los paneles, automáticamente el sistema se conecta al flujo de electricidad ordinaria.
La vía ferroviaria solar se ha convertido en uno de los más grandes en la industria sostenible y el más amigable con el medio ambiente, según Frédéric Sacré, representante de la empresa administradora de la red ferroviaria belga, Infrabel.
Gracias al proyecto se dejaron de emitir anualmente a la atmósfera 2,400 toneladas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero que provoca el cambio climático.
"La electricidad de fuentes renovables en el transporte ferroviario puede contribuir significativamente a la reducción de los gases de efecto invernadero", señala Laura Lonza, miembro de la Comisión Europea, una organización que estableció que 35% de la energía que consuma la red ferroviaria europea en 2020 debe ser renovable.
Y para alcanzar el objetivo, también en 2011, la empresa Greensky inició el proyecto de un "tren eólico" con una inversión de 106 millones de dólares.
El parque eólico será el más grande de Bélgica y su capacidad de producción alcanzará para alimentar la línea rápida y otras convencionales que recorren las vías locales, ya que la electricidad generada será muy superior a la solar.
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