El 2 de abril de 1911, en un acto solemne que atrajo la atención de
personajes ilustres de Europa y Marruecos de la época se levantó en Tánger la
primera piedra del gran Teatro Cervantes. Las obras duraron dos años. En sus cien
años de historia se han subido a su escenario actores de la talla de Estrellita Castro, Carmen
Sevilla, Imperio
Argentina, María Caballé, Benito
Pérez Galdós, Enrico Caruso, Tito Ruffo, Imperio
Argentina, Antonio
Machín, Manolo
Caracol o Catalina
Berreno. Por eso, coincidiendo con que ayer fue el día de su centenario, cuatro
artistas se han unido para salvarlo de la destrucción y la ruina con la
publicación de un libro en el que se cuenta la historia del teatro titulado Un escenario en ruinas:
llamamiento artístico-literario para la recuperación del Gran Teatro Cercantes
de Tánger y que pretende ser
un toque de atención a las autoridades.
“Hemos hecho muchas gestiones para que
se rehabilite el edificio, pero no hemos logrado nada. Este libro es un
llamamiento para que nos hagan caso”, explica la pintora Consuelo Hernández
(Cáceres, 1950) por teléfono desde el Instituto Severo Ochoa de Tánger, donde
ayer presentó el libro. Ella es quien abandera el proyecto junto el historiador
y novelista Santiago Martín Guerrero, el poeta, crítico y traductor Mezouar El Idrissi
(Tetuán, 1963) y el novelista y dramaturgo Jesús Carazo (Burgos, 1944). El
teatro es propiedad de España desde 1928 y tiene los derechos de explotación
cedidos al ayuntamiento de Tánger por el simbólico precio de un dírham.
Hernández, que ha vivido durante seis
años en esta ciudad situada al norte de Marruecos, denuncia que el teatro se
encuentra en estado de abandono, y que la causa es que no se ha llegado a un
acuerdo entre el estado español y el marroquí. Según asegura, se ha valorado en
seis millones de euros la reconstrucción y ninguno de los Gobiernos quiere
hacerse con la responsabilidad.
El teatro es uno de los símbolos
culturales de la presencia española en el norte de África y fue diseñado por el
arquitecto Diego Giménez en el año 1911 por encargo del matrimonio formado por
Manuel Peña y Esperanza Orellana. Este edificio, de cuya decoración se encargó
el escultor Cándido Mata, con sus 1.400 butacas, sus cerámicas alegóricas de
Don Quijote y su cúpula que preside el puerto de Tánger fue el centro cultural
más emblemático de la ciudad internacional hasta los años 60.
Cien años después de su inauguración,
está cerrado y abandonado pero todavía permanece en pie. "Está en estado
de ruina pero conocemos alguna iniciativa privada importante dispuesta a
restaurarlo", ha comentado a Efe Hernández, quien ha añadido: "La
idea es reconstruir el teatro, no se trataba de hacer historia sino darle vida
de una manera artística y literaria”.
Hernández inició su "lucha
particular" en el mes de febrero con una página a través del su perfil en
Facebook con el título Teatro
Cervantes: sostener lo que se cae, gracias a lo cual contactó con Desiré
Peña, biznieta de los constructores y promotores del teatro, y con Francisco
Mata, biznieto del escultor Cándido Mata.
"Los dos están colaborando en la
iniciativa, lo cual es un lujazo porque este teatro es una joya arquitectónica
de la época donde se mezclan elementos modernistas con clásicos, una
continuación de los mejores teatros del siglo XIX", declarada a Efe apenada
por la situación actual del edificio. Tánger tiene todavía en pie este teatro
que muchos artistas se resisten a que desaparezca. "Faltan muchas cosas
pero su restauración es posible", concluye Hernández.
Fuente: http://bit.ly/1bCjG2n
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