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ARGEL. La Biblioteca árabo-suramericana de Argel, que aspira a
convertirse en uno de los hitos arquitectónicos de la Argel contemporánea y en
un ágora abierta que dé cobijo a ambas culturas, será la última firma que
dejará en Argelia el ya fallecido arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.
"Niemeyer tenía 101 años cuando hizo los
primeros croquis, los primeros dibujos" del proyecto, aseguró a Efe el
arquitecto jefe del estudio del brasileño, Jair Valera, que se encuentra en
Argel para dar un impulso a esta iniciativa, nacida en la primera cumbre
árabo-suramericana celebrada en Brasilia en 2005.
Se trata de un ambicioso proyecto valorado en
alrededor de 80 millones de euros (106 millones de dólares), que ocupará una
superficie de más de 50.000 metros cuadrados,
Con un marcado acento brasileño, alega que
Niemeyer intentó hacer algo diferente a los edificios proyectados en Argelia
coincidiendo con su exilio europeo de los años 60 y 70, como la Universidad
Houari Bumedian, cercana al aeropuerto de Argel, la Universidad de Constantin
(en el este del país) o la cúpula del Estadio Olímpico.
"Han pasado muchos años y también el
proyecto es totalmente diferente", indicó Varela. No obstante, reconoció
que la Biblioteca, que contará con una cúpula de 60 metros de diámetro,
"tiene la forma de casi todos los trabajos de Niemeyer, que parecen una
firma suya".
Uno de los elementos clave del conjunto,
confiesa Valera, es una "gran losa que cubre toda la parte de la
convivencia, donde hay proyectados bares y restaurantes".
Esta losa es, precisamente, la esencia del
conjunto arquitectónico, en el que "Niemeyer quiso hacer grandes espacios
generosos de convivencia para cumplir con la idea inicial de integración".
"Son dos culturas (la árabe y la
suramericana) totalmente diferentes, y esa interacción es muy
interesante", agregó el también arquitecto brasileño que trabajó más de 40
años con Niemeyer y que ya vivió en Argel en 1975, donde participó en la
construcción de la Universidad Houari Bumedian.
Del proyecto, Varela también quiso destacar su
armonía y su adaptación al terreno "con pocas elevaciones, casi
plano".
"Niemeyer tenía una capacidad excepcional
para hacer la implantación de las obras (...) siempre muy sencillo, un edifico
solo aprovechando el espacio y adaptándose muy bien al sitio", dijo
Valera.
Su realización, supervisada por la Agencia
Nacional argelina de Gestión y Realización de Grandes Proyectos de la Cultura,
que tiene proyectados otros grandes edificios como la Ópera o la Gran Mezquita
de Argel, aún se demorará, al menos, unos cinco años.
Valera también quiso subrayar que para Niemeyer
"fue un honor ser invitado después de tanto tiempo después de haber
trabajado en este país. Tenía a Argelia como una parte importante de su
vida".
"Fue un gran honor para él con cien años y
estaba muy entusiasmado. Hablaba mucho de este proyecto. Le hubiera gustado
verlo realizado, era muy importante para él esa obra y pienso que va a ser un
gran homenaje a él, un homenaje merecido", concluyó.
Un centro cultural en las Islas Azores, un
centro musical en la ciudad argentina de Rosario o la sede de una fábrica en
Ulm, Alemania son algunos de los proyectos del desaparecido arquitecto que el
despacho también mantiene en marcha.No obstante, Valera confiesa que, en estos
momentos, la Biblioteca árabo-suramericana, en la que trabaja con un grupo de
arquitectos españoles con quienes ya colaboró en la construcción del Centro
cultural Niemeyer de Avilés (España), "es lo más importante".
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